
Vinos para beber con hielo… y por qué no deberías sentirte culpable
En Madrid, el calor del verano invita a beber el vino de otra manera. Descubre por qué añadir hielo a tu copa no es un sacrilegio, sino una forma refrescante de disfrutar blancos, rosados y espumosos en pleno agosto.

Guardar vino en una bodega: el peor error de cálculo de tu vida
El vino no es una estampilla ni una figurita de Star Wars; no se colecciona, ¡se bebe! La tentación de construir una gran bodega es fuerte, pero ¿para qué? Para que las mejores botellas terminen olvidadas en un cementerio de vidrio, esperando una ocasión especial que nunca llega.
Lo peor es que, cuando llegue el día, muchas estarán pasadas, y tú demasiado viejo para disfrutarlas sin pastillas para el colesterol. Y si no las bebes tú, lo harán tus herederos… con pizza congelada.
La clave no es tener la mejor bodega del cementerio, sino la mejor mesa, llena de risas y brindis. Guarda unas cuantas botellas, sí, pero no te obsesiones: el mejor vino es el que se disfruta hoy, no el que se acumula hasta el apocalipsis.

El arte de elegir vino: más allá de las puntuaciones
En un mundo donde listas y puntuaciones parecen dictar qué películas ver y qué vinos beber, es fácil perder de vista lo esencial: el disfrute personal. Como cineasta y amante del vino, he visto cómo esta obsesión por los rankings limita nuestra capacidad de conectar con lo que realmente nos gusta. Al igual que en el cine, donde las mismas películas dominan los debates y las listas de “mejores de todos los tiempos”, en el vino ocurre lo mismo con las aplicaciones como Vivino o los críticos. Muchos se guían solo por las puntuaciones altas, pero yo creo que el mejor vino es aquel que te transporta a momentos especiales, sin importar si tiene un 3.6 o un 4.9.