La cata vertical es como una excavación arqueológica para los sentidos, un método para observar cómo el vino cambia y madura con los años, transformando sus sabores frescos en notas complejas de cuero, tabaco y especias. Cada añada del mismo vino es una página en su historia, un reflejo de su evolución y del paso del tiempo. Este tipo de cata ha dado lugar a momentos únicos, como la de 150 años de Château Mouton Rothschild o la de Tenuta San Guido, que incluyó una añada de 1968 de Sassicaia, demostrando la resiliencia de algunos vinos frente a las adversidades. No todos los vinos están hechos para durar, y por eso cada botella capaz de enfrentarse al tiempo es una joya. El próximo 20 de noviembre, en Madrid & Darracott, exploraremos seis añadas de Marqués de Murrieta, una bodega pionera en España y símbolo de excelencia vinícola, en una oportunidad irrepetible para entender y disfrutar el arte del envejecimiento del vino.