En nariz, te recibe con un estallido de fruta negra madura (ciruelas, moras y frambuesas), salpicado de especias como vainilla y pimienta negra, con un sutil toque mineral que te recuerda de dónde viene. En boca, es potente, sedoso y con una frescura que lo hace imposible de olvidar. El final es largo, persistente y lleno de matices que te harán cerrar los ojos y sonreír.
¿Cómo disfrutarlo? Este vino es el compañero perfecto para guisos que se cocinan a fuego lento (obvio), carnes a la brasa y quesos curados que merecen ser protagonistas. Si buscas elevar tu cena, este es tu ingrediente secreto.
La clave: Sírvelo entre 16 °C y 18 °C y deja que sus 18 meses en barrica de roble francés hagan el resto.
Fuego Lento Tinto 2018 no es solo un vino, es un homenaje al tiempo, la dedicación y el arte de esperar algo realmente bueno.
Fuego Lento Tinto 2018: Para quienes saben que las cosas buenas toman su tiempo... ¡y vale la pena esperar!